Esta semana finaliza en el Museo de Bellas Artes de Chile la exposición La invención de un mar: Amereida 1965-2017. Se trata de la más extensa muestra sobre la Travesía de Amereida y cuenta con material fotográfico inédito donado a La Ciudad Abierta de Ritoque por uno de sus participantes, el filósofo francés François Fédier.
Esta exposición es el más reciente paso de una aventura que comienza en 2014 con la arquitecta Victoria Jolly y el cineasta Javier Correa, quienes -interesados por la historia de la Ciudad Abierta y motivados por Miguel Eyquem- viajan a Europa para conversar con los participantes europeos de la travesía de Amereida. Tras conversar con el poeta Michel Deguy y el filósofo François Fédier, los chilenos reciben un sobre cerrado de Fédier con más de 300 negativos en blanco y negro sobre la travesía de Amereida.
En un año marcado por las celebraciones por los 100 años de Alberto Cruz, cofundador de la Ciudad Abierta, y la misma exposición de esta inédita colección fotográfica, conversamos con Jolly y Correa, curadores y organizadores de la muestra. "Hay que pensar que el contexto en el que se realiza la travesía estaba cargado políticamente", explican. "Si bien Amereida no es un proyecto político, poéticamente es altamente revolucionario".
Nicolas Valencia: ¿Cómo llegan a dar con las imágenes donadas por François Fédier y que son la razón de 'La invención de un mar, Amereida 1965 / 2017'?
Victoria Jolly y Javier Correa (V&J): El 2014, a raíz de una serie de conversaciones que sosteníamos en la Ciudad Abierta acerca del origen y presente de Amereida, nos vimos en la necesidad de recoger más directamente lo que por años nos había llegado en la forma de una tradición oral o por medio de textos. Algunos habíamos estudiado en la Escuela de Arquitectura de Valparaíso y otros no, pero todos compartíamos esta necesidad; no para tener una reconstrucción histórica de los fundamentos y hechos sino, y sobre todo, para comprender cómo hacer que ese origen nos hablara hoy y nos señalara —por decirlo de un modo poético— el ritmo, el pulso de este presente, para la Ciudad Abierta.
Pensándolo más detenidamente, la travesía y el poema de Amereida se habían realizado hace casi 50 años, la Ciudad Abierta se había iniciado hace más de 40; el año anterior había muerto Alberto Cruz, y nosotros, con más de 30 años de edad, veíamos todos estos acontecimientos y sus repercusiones desde la distancia de quien en una orilla recibe la onda de un barco que pasa lejos.
Sin embargo, esa onda continuaba más allá del presente, no terminaba ahí, ya que la Ciudad Abierta no es un hecho pasado, algo que ya ocurrió, sino que un lugar que está siempre haciéndose desde la vida de quienes en primer lugar la habitan y luego de todos aquellos que contribuyen a su existencia y construcción.
Es en este contexto que en una conversación con Miguel Eyquem, uno de los fundadores de la escuela de Arquitectura de Valparaíso y de la Ciudad Abierta, él nos incita a que vayamos a conversar con los participantes europeos de la travesía de Amereida. Así fue que llegamos al filósofo François Fédier y a al poeta Michel Deguy, los que junto con el poeta inglés Jonathan Boulting, los únicos participantes vivos. Ya en París conversamos con François Fédier sobre el presente de la Ciudad Abierta; fue así cómo antes de volver a Chile, nos entregó un sobre cerrado que decía: "todas mis fotografías de La Amereida donadas para los archivos de la Ciudad Abierta".
Así llegaron los más de 300 negativos en blanco y negro, los cuales habíamos escuchado que se habían perdido. Se trataba de más del doble de fotografías de las que existían hasta ahora y que conserva el Archivo Histórico José Vial Armstrong de la Escuela de Arquitectura y Diseños PUCV.
Nicolas Valencia: Amereida se plantea como hito fundacional, pero a su vez, es resultado de la alternativa pedagógica que venía desarrollando la Escuela de Arquitectura de Valparaíso desde 1952. ¿Qué marca exactamente Amereida?
V&J: El proceso pedagógico de la Escuela de Valparaíso desde 1952 por supuesto que es un contexto a tener en cuenta, pero sobre todo porque el contexto de la escuela es una situación que anticipa lo que más adelante será la propuesta de vida, trabajo y estudio en la Ciudad Abierta. ¿Qué quiere decir esto? Que esta situación en la que la Amereida se plantea es en parte a causa de una intensa relación en común entre la poesía, la arquitectura y el arte, pero no necesariamente el resultado de una opción pedagógica. Amereida provoca y abre la posibilidad tanto de la Ciudad Abierta como de la pedagogía por la que hoy reconocemos a la Escuela de Arquitectura.
En este sentido, la travesía y el poema de Amereida son dos eventos que surgen de la experiencia poética y artística que se configura principalmente en Francia durante la década del 60, a partir de la relación entre palabra y acción que se manifiesta en el acto poético llamado phalène; ese es su antecedente más directo y el que detona el proyecto de Amereida. En torno a la Phalène (en francés: mariposa nocturna que se quema en la luz) y particularmente la figura del poeta Godofredo Iommi, uno de los fundadores de la Escuela, es que se articula un grupo de poetas, intelectuales y artistas europeos y latinoamericanos, los cuales exploran y desarrollan esta forma de acto poético-artístico, a partir de una serie de intervenciones en lugares públicos y "salidas" a distintos puntos de Francia, Inglaterra y Alemania.
Serán algunos de los participantes de la Phalène (François Fédier, Michel Deguy, Henry Tronquoy, Jorge Pérez Román, Jonathan Boulting) los que luego, junto a algunos de los miembros del Instituto de Arquitectura de la UCV, como Alberto Cruz, Claudio Girola y Fabio Cruz, conformarán la tripulación que parte desde Tierra del Fuego a hacer la Amereida.
Ahora bien, respecto de lo que marca la Amereida, ciertamente que ella es un cruce de caminos y aquí cabe hacer notar que el proyecto en sí y su realización seguirán cursos distintos ya que por una parte podemos decir que es una profundización y consolidación de la experiencia previa en Europa (y así lo fue sobretodo para los participantes europeos), pero también es el punto de partida para lo que después será la arquitectura que se desarrollará en la escuela y fundamentalmente para la fundación de la Ciudad Abierta. Como señala Michel Deguy: "ahí es donde finalmente las cosas pasaron". No hubo una réplica en Europa. Por eso es que desde la poesía es iluminadora la definición de la Amereida como una experiencia lírica y épica a la vez.
Nicolas Valencia: Con Internet ya no quedan lugares por descubrir, como buscaba originalmente la travesía de Amereida. Sin embargo, el análisis demográfico, geográfico y poético de América descrito por ellos sigue siendo fresco. ¿Ha cambiado en algo el “sentido, destino y lugar” de América?
V&J: Ciertamente que la globalización es un evento en donde todos quedamos más próximos entre sí. En este sentido, las preguntas por el sentido, destino y lugar, son compartidas pero poéticamente mantienen su urgencia. Amereida, como proyecto, es una interrogación más que una respuesta, y como tal, su fuerza, quizás, radica en volver siempre a proponer "el desconocido" o "borde", como una manera de llevar adelante los oficios. Se trata entonces de una teoría del arte y no de un método. América representa una incógnita que tal vez nunca se responda, pero que en esa travesía de ir a recorrerla y de intentar vislumbrar poéticamente su sentido es que nos vamos confundiendo con ella hasta reconocernos en ella, no ya como un lugar de paso o para ser explotado, sino como nuestra residencia. La Ciudad Abierta es un primer intento de tal destino.
Nicolas Valencia: ¿Cómo se definió el punto de partida y posterior travesía en el “mar interior” de América?
V&J: La idea inicial era la de recorrer América por los dos ejes (longitudinal y horizontal) de la proyección de las estrellas de la Cruz del sur sobre el continente. Luego se definió que ya llegar a la intersección de los dos ejes (en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) era suficiente para revelar el sentido del proyecto. A propósito de esto, François Fédier puntualiza en el texto que nos envió para el catálogo, que la idea del recorrido era una suerte de esquema inicial, una cierta forma de ponerse en ruta, de entregarse a la aventura. Y cita a Hölderlin cuando este dice: " una obra es el mundo en miniatura". En este sentido, ya el hecho de partir anticipaba la meta del proyecto.
El mar interior que ellos recorren, si bien en el poema de Amereida aparece como una de las dimensiones más claras de América, no fue algo que tuvieran previamente conceptualizado. Ciertamente que los argentinos y chilenos que iban en el viaje lo intuían o conocían, pero el nombre "mar interior" aparece durante la travesía, en la experiencia de atravesar y detenerse en este vacío sin una ruta prefijada, sino en una verdadera navegación; por eso, para nosotros se trata de la invención de un mar, desde el momento en que se comprende que la traza zigzagueante que deja el recorrido de la travesía, revela la extensión de un mar.
Nicolas Valencia: ¿Cuál fue el objetivo de los hitos poéticos e intervenciones arquitectónicas en la travesía de Amereida?
V&J: La Amereida lleva consigo un cálculo o ritmo que abre la posibilidad de que en cualquier momento cualquiera de los participantes diga o pida hacer algo en un sitio y aquello provoque inmediatamente una detención y la colaboración de todos. La travesía no repara en este sentido en que las dificultades del recorrido impidan desplegar ese cálculo "aquí y ahora". Esto indica que por una parte el signo o la intervención no tienen un objetivo previo o un destinatario, podían ser "para todos o para nadie", como señala Michel Deguy.
Sin embargo, como decimos en el texto curatorial de la muestra, es en esas detenciones que la travesía va signando el territorio, dejando rastros, palabras y acciones que hacen de ese punto un lugar. Nosotros fuimos observando y leyendo lo que había provocado cada detención y qué había ocurrido en ella o qué se había dicho. Uno podría decir que cada uno de esos actos constituyen unidades autónomas y efímeras, y de hecho nada de lo que se hizo quedó, sin embargo, nosotros decimos que es al unir cada uno de esos puntos, como se configura el poema de la travesía. Ese poema habla no solo de América, sino también de lo que es una travesía como La Amereida, con sus momentos de esplendor pero también con sus equívocos y vacilaciones. Se trataba de hacer una lectura que diera cuenta del acontecimiento más que del mito.
Nicolas Valencia: Se culpa a la tensión entre el Ejército boliviano y la guerrilla como responsable de que la travesía no llegase a Santa Cruz de la Sierra. ¿Qué ocurrió exactamente?
V&J: Lo que ocurrió fue que a un cierto punto la contingencia se fue imponiendo a la aventura. Mientras viajaron por la Patagonia o la Pampa era de alguna manera más posible mantenerse en una fidelidad al proyecto, nadie los conocía y no había tampoco casi nadie por donde pasaban. Pero en la medida que se fueron adentrando al centro y norte argentino, aparecieron impedimentos institucionales, administrativos, políticos; la civilización de alguna manera. Cada vez se les fue haciendo más difícil no despertar sospechas cuando llegaban a algún pueblo o cruzaban un puesto de policías.
Esta dificultad se hizo más sofocante cuando llegaron a Bolivia, donde lo que en principio pareció una colaboración para cumplir el objetivo de llegar a Santa Cruz de la Sierra, se fue transformando cada vez más en un bloqueo. Tanto militares como autoridades administrativas y universitarias les fueron cerrando el paso o desviándolos de la ruta, por eso en un momento dado deciden de todas formas proclamar a Santa Cruz como capital poética de América y terminar la travesía.
Fue un momento de mucha tensión y de cierta manera frustración; la contingencia había quebrado la aventura. En un principio ellos pensaron que esto se debía solo a las tensiones históricas entre Chile y Bolivia, pero años después supieron que en ese momentos ya estaban activas en aquella región las guerrillas de Che Guevara y el ejercito boliviano detrás de ellas y que, o bien ellos fueron vistos sospechosamente, o simplemente les impidió cruzar esa región.
Hay que pensar que el contexto en el que se realiza la travesía estaba cargado políticamente y si bien Amereida no es un proyecto político, poéticamente es altamente revolucionario.
Nicolas Valencia: ¿Cómo la travesía de Amereida desemboca en la Ciudad Abierta de Ritoque?
V&J: Son distintas circunstancias las que posibilitan la Ciudad Abierta, pero en relación con Amereida, hay que ver lo siguiente: dos años después de la travesía se publica el poema de Amereida (1967), en donde se da forma escrita a una proposición para América que va más allá de la travesía.
Entonces, como señaló François Fédier, si ya se había de alguna forma llegado a decir algo, había que ver si era posible realizar ese "mundo en miniatura"; y ese es el reclamo de Amereida: el de fundar una ciudad, el de dar inicio a una experiencia concreta de vida, trabajo y estudio a partir de lo que propone Amereida. Se trataba bien de realizar algo que ya el surrealismo había intentado: si hay una posibilidad de cambiar de vida para cambiar la vida.
Se podría haber pensado que ellos hicieran otras travesías a distintos puntos del continente para "expandir" Amereida, y de hecho hay un viaje desde Santiago a Vancouver que realizaron Alberto Cruz y el poeta Edison Simons. Pero luego la Ciudad Abierta cobra fuerza como este primer intento (o "jalón" como lo llamó Godofredo iommi) de una forma de habitar América, que desde ahí podría ser expuesto o propuesto en otras partes. Las travesías de la Escuela de Arquitectura desde 1984, han llevado en parte adelante ese encargo.
Nicolas Valencia: ¿Cómo se debe entender a la Ciudad Abierta: como experimento poético, urbano, landscape o arquitectónico?
V&J: Desde el momento en que la Ciudad Abierta se inició todas esas dimensiones y otras más estaban, por decirlo de alguna manera, latentes, vale decir, podían aparecer. La Ciudad Abierta es abierta porque está abierta a que todos los oficios sean recibidos en hospitalidad. Nunca se ha planteado entonces que una dimensión deba prevalecer más que otra. Por supuesto que al ser una experiencia originada mayoritariamente por arquitectos y poetas, esas dimensiones son las que más han aparecido o se han concretado en obras.
Pero al mismo tiempo ocurre que los terrenos donde estamos situados constituyen para nosotros un borde entre el océano pacífico y el mar interior. Ese límite variable de las arenas, nos ha llevado siempre a preguntarnos —ese incesante volver a no saber— en qué aventura estamos cada vez que iniciamos una obra, ya sea de arquitectura, música, pintura, diseño, cine, etc. De ahí que la Ciudad Abierta no tenga una definición de sí misma en cuanto a qué tipo de experimento es, de otra manera no seríamos libres para recibir lo que cada uno le trae a ella. Sin embargo, es claro que desde antes incluso de su comienzo, la necesidad de poder experimentar, libremente, sin las obligaciones de una institución académica, los intereses del capital o las estrategias de la política; ha sido algo que ha podido llevar adelante, aveces con mayor dificultad o pasividad y otras con más energía.
Nicolas Valencia: Ustedes son impulsores de la nueva generación de la Ciudad Abierta, sin ser profesores de la Universidad. ¿Cómo ven el futuro de este movimiento y su legado?
V&J: Efectivamente el llegar a pensar y realizar esta exposición por primera vez como Ciudad Abierta, nos ha hecho preguntaros por lo que representa la historia y el legado de Amereida. Pero más que intentar conservar un legado o una tradición consolidada lo que nos motiva recoger es la relación de los oficios con la poética, que construye un presente donde se le quiere dar cabida a lo desconocido. De esta manera nuestro desafío actual es construir este “borde” de los oficios cada vez, lo que implica que para que sea tal cada vez, no puede ser nunca igual.
Respecto del hecho de ser una generación distinta la Corporación Cultural Amereida, rostro jurídico de la Ciudad Abierta de la que formamos parte, tiene una existencia autónoma de la universidad. Actualmente la Ciudad Abierta la conformamos generaciones distintas y también profesores de la escuela.
Esta nueva realidad nos ha permitido que la música, la danza, las artes visuales y el cine tengan una expresión concreta a través de actividades obras y proyectos actualmente en curso, como son los ciclos de conciertos, el proyecto Arte Abisal, la construcción del Pórtico de los Huéspedes, la investigación de los Moldajes Flexibles y ediciones.